sábado, 14 de abril de 2012

Ísola sobre Barro para Perfil

PERFIL (4 - 12 - 2011)
EXPOSICION
Arte y religión sumergidos en el lodo existencial
El título “Barro del paraíso” alude a diferentes instancias culturales que se entremezclan en las obras expuestas: el barro es aquel sustrato siempre móvil y cambiante donde estas manifestaciones artísticas contemporáneas elaboran, cuestionan y ponen en escena diversas formas de abordaje a los fenómenos de las religiosidades populares.
Por Laura Isola


Si el bello encuentro fortuito sobre una mesa de disección de una máquina de coser y un paraguas fue, para los surrealistas que supieron descubrirlo, el dictado de Lautréamont y la síntesis de la vanguardia, ¿cuál sería la imagen que condense cierto estado de incertidumbre entre lo tradicional y lo moderno en el arte contemporáneo? Podríamos postular un nuevo bello encuentro, sobre la mesa ratona de un living, de artesanías indígenas y un catálogo de arte digital. Esta figura, no tan lograda como la del conde uruguayo, al menos pone en crisis o hasta llegar a postular el fracaso de las disciplinas puras –la historia del arte, la antropología, la literatura, etc.–, para dar cuenta del grado de hibridación que ya no separa a lo culto por un lado y a lo masivo y popular por el otro. García Ganclini en Culturas híbridas, el cuaderno de bitácora para entrar y salir de la modernidad que fue su libro, recomendaba “ciencias sociales nómades”, capaces de taladrar techos y pisos y vincular horizontalmente esos niveles, a primera vista separados. En ese sentido, son esos estudios transversales y anfibios los que se necesitan para entender Barro del paraíso. Arte contemporáneo y religiosidad popular.
Ya desde el nombre de la muestra curada por Juan Batalla, la reunión se hace presente. A primera vista, podría pensarse en un muestrario de obras que tienen a lo religioso como tema y esa podría ser una línea de lectura del conjunto tranquilizadora. De esa manera, lo religioso y lo popular, dos conceptos que resquebrajan las estructuras racionales, estarían domesticados por algo que llamamos “arte contemporáneo”. La función artista, entonces, sería la dominante y bajo una de las reglas de arte contemporáneo, todos podemos serlo. Sin embargo, basta seguir un poco los pasos del pensamiento del curador para darse cuenta que exige una sofisticación. La misma que le impone a su obra (Batalla es escultor) y en todo caso, a su propio cuerpo (Batalla es fisicoculturista). Por eso, si bien algunas de las obras pueden ser entendidas desde una perspectiva de contenido, Barro del paraíso borra los límites y hace ingresar a las prácticas del arte contemporáneo en una zona ambigua y de frontera con lo religioso. En el sentido inverso, seculariza la religiosidad y vuelve artesanos a los “santeros”.
Hay dos experiencias que pueden servir como ejemplo: el culto al Gauchito Gil y a San La Muerte, presentes en el espacio de la Fundación Osde. El altar rojo con sus telas y su santo neutraliza su potencia de adoración al ser montado en la sala. Ya no es patrono de los caminos sino “una instalación” de Dany Barreto que asume otra fuerza expresiva. A su lado, Charlie Goz lo metamorfosea y lo hace entrar en el género manga (cómic japonés). En su imaginación, es una suerte de superhéroe de la modernidad que remeda al milagroso correntino asesinado en el siglo XIX, una suerte de Robin Hood del abigeato, según alguna versión, en su vestimenta y poderes. El altar de San La Muerte impresiona en su simetría: las ofrendas ha sido puestas con cuidado y temor. El santo de los presos inspira un respeto extraordinario. Las tallas del tamaño de una falange, con el hueso de ella del dedo meñique es que se hacen, se incrustan en la piel, al tiempo que los tatuajes crecen como las horas a la sombra. La devoción es selectiva: sólo aquellos que cometieron “crímenes honrosos”, como de amor y venganza. Por lo tanto, al mirar a Aquiles Copini, el artista que estuvo preso veinte años, junto al altar y a sus tallas se sabe mucho más que lo que muestra su obra.
Sin convertir a la sala de exposiciones en un santuario y ni entronizar al arte contemporáneo como la nueva religión sin fisuras, Barro del paraíso sumerge a ambas prácticas en un lodo existencial. Del que siempre salimos sucios pero fortalecidos en nuestras creencias.

Barro del paraíso
Hasta el 14 de enero de 2012.
Espacio de Arte de Fundación OSDE, Suipacha 658, 1 Piso. Buenos Aires. 4328-3287/6558/3228.
Entrada libre y gratuita.

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