martes, 13 de abril de 2010

Bestiario, por Máximo Jacoby

Bestiario - por Máximo Jacoby

“En el primero de mayo del año 1513, el poderoso Rey de Portugal, Manuel de Lisboa, trajo semejante animal vivo desde la India, llamado rinoceronte. Esta es una representación fiel. Tiene el color de una tortuga moteada, y está casi completamente cubierto de gruesas escamas. Es del tamaño de un elefante, pero tiene las patas más cortas y es casi invulnerable. […] El rinoceronte está tan bien acorazado que el elefante no puede herirle. Se dice que el rinoceronte es rápido, impetuoso y astuto.”
Estas palabras rubrican el grabado del artista Alberto Durero en su Rinoceronte de 1515. La descripción, digna de El idioma analítico de John Wilkins de Borges, desnuda nuestro sistema de clasificación, tan arbitrario y absurdo como cualquier otro. El bestiario aquí creado por Juan Batalla es un casting zoológico de formas que pueden referenciar animales u organismos, músculos y tendones, o la más pura reutilización de desechos. El artista se encamina en la construcción de un programa de figuras imaginarias, libres de normas naturalistas o científicas y deja que sea, finalmente, el vuelo desprejuiciado del espectador quien defina los significantes de las obras.
Durero nunca había visto un rinoceronte antes de realizar su grabado y éste funcionaría por años como versión oficial de cierto naturalismo. ¿Es entonces fiel la representación de Durero? El rinoceronte responde con honestidad frontal a nuestra pregunta acerca de la fidelidad. El antiguo grabado o el sinfín de texturas de viejas gomas de bicicletas –con su historia impregnada-, son fieles representantes de la piel, los pliegues y el espíritu del animal como nuestra imaginación pueda concebirlos. Esta serie de “ensamblajes de caucho sobre madera” creada por el particular mundo de Juan Batalla y conformada por volúmenes, formas estiradas, torsiones y diagonales, es un elogio a la fuerza. Condensada en retazos y fragmentos, ahora se transforma de modo alquímico y manifiesta la poética de sus infinitos potenciales grados de tensión.

(Texto para el catálogo de "El rinoceronte")